Ensayos -> La otredad mexicana en Memín Pinguín; un acercamiento al México posrevolucionario

Juan Manuel Pedraza Velásquez

jmanuelpv89@hotmail.com

INTRODUCCIÓN


Con el advenimiento de la crisis en la historia, suscitada por un acercamiento a la historiografía revisionista, sus fronteras se han expandido ampliamente, es decir, anteriormente en la historiografía positivista de principios del siglo XX no eran considerados como fuentes históricas distintos objetos y documentos ajenos a las fuentes de archivo y bibliográficas; no obstante, la cantidad de fuentes históricas con las que cuenta hoy en día nuestra disciplina, es sumamente extensa. Además de las fuentes de archivo, el material que se encuentra a nuestra disposición es vasto. Actualmente la historia lleva una estrecha relación con la literatura, la filosofía y la arqueología, entre otras disciplinas; gracias a esta expansión del campo histórico, a pesar de eso muchas áreas del conocimiento histórico han sido poco exploradas, o han sido estudiadas por especialistas ajenos a la investigación histórica. Desde mediados del siglo XX los historiadores propugnaron por una nueva forma de hacer historia, ya que muchos se quejaban de que en nuestra disciplina los “documentos de primera mano, estaban vinculados ampliamente al poder”. Jean Chesneaux dice que, además que los documentos históricos, “el recurso de las tradiciones populares, el mismo lenguaje, también las fuentes literarias como la novela además de los sondeos de opinión en cuanto al periodo reciente permiten en efecto obviar en poco los obstáculos de los documentos de primera mano”. No obstante, a pesar de las múltiples herramientas de que dispone el historiador, la historieta del México posrevolucionario es un tema que casi no ha sido estudiado, a pesar de que hay una extensa y muy bien documentada historia del cómic mexicano hecha por Juan Manuel Aurrercochea y Armando Bartra, considero que le falta ahondar en la recepción y en la importancia que ha tenido la historieta en la sociedad del México posrevolucionario. Lejos de ser un simple pasatiempo, la historieta mexicana de esa época cumplía una función mayor en los millones de lectores que leían las páginas de los cómics. Robert Darnton, uno de los estudiosos de “la historia de la lectura”, propone que la historia de las publicaciones que se leen en una época determinada nos acerca más al contexto y a las costumbres del momento. El presente trabajo tiene como objetivo primordial mostrar cómo la historieta Memín Pinguín, creada por Yolanda Vargas Dulché, es una excelente fuente histórica para conocer el México posrevolucionario; además de eso intentaré mencionar la función social que Memín Pinguín tuvo entre los lectores mexicanos, y el impacto económico y social del cómic de la primera mitad del siglo XX. Para ello será necesario situarnos en el contexto en el cual se publica Memín Pinguín y de su autora. Además de fuentes de primera mano (en este caso la historieta mexicana) se utilizarán los aportes que diversos estudiosos han hecho del México posrevolucionario, con el fin de complementar y profundizar las características económicas, políticas y sociales que tuvieron los gobiernos priístas, y demostrar el impacto del cómic en los inicios del México industrial.


EL CONTEXTO DE LA PUBLICACIÓN; DEL MILAGRO MEXICANO AL DESARROLLO ESTABILIZADOR


Antes de conocer el desarrollo de la historieta mexicana, es necesario explicar el contexto en el cual México estaba inmerso en esa época: Cabe señalar que la revolución mexicana tuvo su punto culminante con las medidas en materia agraria y nacionalista de Lázaro Cárdenas, que causaron mucho descontento entre la clase acaudalada mexicana; no obstante, una vez que el periodo presidencial de Cárdenas llegó a su fin, también las políticas en materia reformista finalizaron. Soledad Loaeza nos relata el fin de las políticas cardenistas en el siguiente apartado. Al término del gobierno de Lázaro Cárdenas habían pasado 30 años de inestabilidad, se operaron cambios fundamentales en la sociedad y los rasgos del régimen político parecían bien definidos. Pero la economía seguía siendo fundamentalmente agraria [?] a partir de 1940 la sociedad mexicana adquirió una configuración diferente a la del periodo anterior; esta vez dominada por el estado, la movilidad social llegó a su fin debido a que se estabilizaron las instituciones. El programa de gobierno de Manuel Ávila Camacho buscaba, entre otras cosas, lograr una industrialización y modernización de la economía mexicana, para ello sería necesario atenuar las políticas en materia social y agraria que el sexenio anterior había puesto en marcha con Lázaro Cárdenas. Esta industrialización se alcanzaría al estimular la inversión estatal en la industria y la iniciativa privada; el propio Ávila Camacho en sus informes de gobierno destacaba el valor que la industrialización tenía en México: El Ejecutivo reconoce que la industrialización es el medio eficaz por excelencia para lograr el desenvolvimiento económico de México y la elevación del nivel de vida de su población, y que es obligación del Gobierno fomentar la organización de nuevas empresas; de ahí la expedición del decreto que crea la Comisión Federal de Fomento Industrial y el plan para intensificar la electrificación del país y el abastecimiento de agua en regiones propicias al desenvolvimiento de las industrias, elementos básicos para obtenerlo. Sin embargo este crecimiento se llevaría a cabo mediante el fomento que el gobierno dio a la industria mexicana para lograr una industrialización por medio del modelo económico de la sustitución de importaciones, de esta manera se dejaron de importar productos de manufactura europea y se estimuló la producción nacional, satisfaciendo un mercado local en crecimiento. Los resultados de este crecimiento no se hicieron esperar, apenas en su segundo año de gobierno Ávila Camacho reportó que se crearon 12 fábricas de productos alimenticios, 28 de artículos, 35 de productos químicos, para no señalar sino las más importantes de las 130 industrias nuevas, han sido creadas por el estimulo de la legislación industrial reciente, que concede protección fiscal a las industrias nuevas o necesarias; de éstas corresponden al ejercicio de que se informa 75, con capital total de 15’268,783 pesos, las que dan empleo a 4,197 trabajadores. Se calcula la producción de estas empresas en más de 39 millones de pesos. Las políticas en materia económica del sexenio Ávila-Camachista pronto darían resultados satisfactorios a la economía mexicana. Entre 1940 y 1945 el sector manufacturero creció con un promedio anual de 10%. Al término de la guerra, el ritmo disminuyó a 5% anual en el siguiente lustro. Pero, superada la etapa de reajustes, el ritmo volvió a acelerarse y el promedio de la década de los años cincuenta fue de 7.3%. Otro factor que contribuyó ampliamente al desarrollo económico de México fue la segunda guerra mundial. Al estar las grandes potencias mundiales en guerra, México logró exportar materia prima y mano de obra a Estados Unidos; el programa bracero que implementó el gobierno de Estados Unidos para obtener mano de obra en 1942 muestra cómo el país supo aprovechar la coyuntura que la segunda guerra mundial ofreció a Ávila Camacho, los resultados de este convenio nos los relata José Agustín: En 1942 las exportaciones de materias primas aumentaron sustancialmente debido a la guerra, lo cual permitió también vender textiles, productos químicos y otros productos, entraba mucho dinero y con él se compraba maquinaria para desarrollar la industria, pero conforme muchos veían enormes beneficios económicos, las grandes mayorías seguían padeciendo para sobrevivir. Como bien señala José Agustín, las clases populares sufrirían los efectos de este desarrollo económico, una consecuencia inmediata fue el aumento poblacional y la constante migración de las ciudades al campo; en palabras de José de Iturriaga “la estructura social de México entró en un proceso ininterrumpido de transformaciones, indicador de un crecimiento progresivo de nuestra población urbana y una disminución proporcional de la población rural”. Este crecimiento demográfico se hizo patente en la década de 1940, registrándose en esos años una tasa de crecimiento anual del 2.68%, esto debido al poco fomento que hubo en materia agrícola en los sexenios de Ávila Camacho y Miguel Alemán, al ser las grandes urbes centros industriales y de desarrollo, los campesinos las veían como nuevas oportunidades de empleo y bienestar social. El tema del crecimiento demográfico fue una preocupación para los sexenios posteriores, que veían la migración interna como un problema que obstaculizaría el desarrollo industrial no sólo de la ciudad de México, sino también del país, Adolfo Ruiz Cortines en su primer informe presidencial resalta el problema de la migración interna en México, en sus propias palabras: “Hondamente preocupado el Gobierno por esta situación, prevaleciente desde 1942, y que es determinada en gran parte por nuestro extraordinario crecimiento demográfico -acentuado en la década 1940-1950, en que se registró un aumento de 6 millones, o sea 30% del total- se ha planteado, entre otras medidas, la urgentísima necesidad de abrir fuentes de trabajo en zonas escasamente pobladas, como son las tropicales y costeras, para que absorban la población excedente en varias entidades federativas”. El crecimiento económico de México se vio atenuado en los sexenios siguientes; no obstante, para resolver el problema de las devaluaciones que sobrevinieron en los años 50, se llevó a cabo el modelo económico conocido como “desarrollo estabilizador”, que proponía buscar la estabilidad económica del país debido a las constantes devaluaciones del peso frente al dólar y la reducción de la demanda de materia prima una vez superada la cuestión de la guerra. Una de las prioridades de este modelo aplicado en la década de los años cincuenta era reducir la inflación y detener el alza de precios, que en ese momento causaban descontento en las clases populares. Esto se trató de amainar mediante un aumento de créditos a la iniciativa privada y una política proteccionista que tenía como objetivo seguir fomentando la producción industrial del país; la economista María Chávez Presa explica: “La política comercial fue extremadamente proteccionista, no discriminó la protección en aras de una especialización industrial; mediante la utilización del instrumento denominado ‘Permiso Previo de Importación’, otorgado a partir de un dictamen que emitía un comité integrado por representantes del sector público y privado, se frenó el ingreso de bienes industriales que podían desplazar del mercado a los productos nacionales, tanto en precio como en calidad”. No obstante, esta política estabilizadora y ampliamente proteccionista también causaría serios efectos en las condiciones de vida y las relaciones sociales de la población. La migración del campo a las ciudades, lejos de amortiguarse, siguió creciendo en los sexenios del llamado desarrollo estabilizador, ejemplo de esto son los saldos de migrantes que llegaron a la ciudad de México fue de 604,797 personas en la década de 1940, y en la década de 1950 fueron 558,597 migrantes los que arribaron a la urbe. De la misma manera que la ciudad recibió muchos migrantes, también, estados de la república que tenían una economía particularmente agrícola presentaron un descenso en su saldo neto migratorio, uno de los casos más representativos de este fenómeno es el del estado de Hidalgo, el cual resalta por su cercanía a la ciudad de México y por la cantidad impresionante de personas que emigraron hacia las ciudades: en la década de 1940 registró un saldo de -103,990 habitantes y en la década de 1950 fue de -89,828. Aunado a esto, la sociedad mexicana experimentó otro cambio drástico en la época del desarrollo estabilizador, fue que la desigualdad social aumentó considerablemente, el crédito otorgado por el gobierno para fomentar la industria propició un gran desarrollo de la incipiente clase media mexicana, no obstante la situación económica de las clases populares no mejoró en muchos aspectos, ya que la movilidad social quedó prácticamente paralizada: a partir de 1940 la sociedad mexicana adquirió una configuración diferente a la del periodo anterior, esta vez dominado por el Estado. La movilización social llegó a su fin debido a que se estabilizaron las instituciones políticas y también porque en las tres décadas sucesivas los gobiernos estimularon la desmovilización política y el conformismo, que se consideraban condiciones necesarias del crecimiento económico, el cual se convirtió en el objetivo central y compartido de la sociedad. Podemos concluir que las décadas de 1940 y 1950 fueron momentos en los que se registró un gran crecimiento económico, no obstante las condiciones sociales para las clases subalternas empeoraron considerablemente debido a la constante migración del campo a la ciudad y los estímulos a la iniciativa privada. En este contexto del México posrevolucionario se desarrolla el argumento de la historieta, y es en ese momento donde todos los acaecimientos de la vida cotidiana mexicana quedaron plasmados en el cómic mexicano.


LÁGRIMAS, RISAS Y CÓMICS: BIOGRAFÍA DE YOLANDA VARGAS DULCHÉ


La historieta mexicana tuvo su época de apogeo en la década de los cincuenta, en los gobiernos de Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos, en los cuales la sociedad vivía una serie de transformaciones que ya hemos explicado; una de las pocas diversiones y pasatiempos que tenían las clases populares era precisamente la historieta. Una historieta cuyo precio oscilaba alrededor de los 50 centavos, solía ser la lectura preferida de las clases subalternas, y precisamente la autora de Memín Pinguín fue la mayor historietista de México. Yolanda Vargas Dulché nació en la ciudad de México el 18 de julio de 1926. Hija de Armando Vargas de la Maza y de Josefina Dulché, padeció severas condiciones económicas en su niñez y problemas familiares, los cuales tendrían su punto culminante cuando se divorciaron sus padres en 1946, a partir de ahí su madre se haría cargo de la manutención de ella y de su hermana Elba. No obstante su situación económica no mejoró mucho, ya que tuvieron que abandonar los estudios por falta de recursos económicos. A pesar de eso las hermanas Dulché lograron una paulatina solución a sus problemas económicos, en los años cuarenta supieron aprovechar su talento y formaron el dueto Rubia y Morena, que cantaría en la estación de radio más importante del momento (la XEW). Fue en 1942 cuando Yolanda Vargas Dulché logró publicar sus primeros cuentos en el periódico El Universal. Luego trabajaría como reportera, sin embargo como el sueldo que recibía no era muy oneroso, complementaba esta actividad escribiendo argumentos para historietas en el afamado semanario Pepín (donde se publicó por primera vez Memín Pinguín); sus historias solían ser dramas románticos que capturaban la atención del lector semana a semana. Tiempo después, junto con su esposo Guillermo de la Parra, fundó una compañía editorial (Editorial Argumentos EDAR), donde aparecerían publicadas sus historias en la revista Lágrimas risas y amor. Los argumentos publicados le dieron fama y renombre en el mundo de las historietas: historias como María Isabel, Rubí, El pecado de Oyuki, Yesenia, Gabriel y Gabriela y Encrucijada gustaron tanto al lector que a mediados de los años sesenta la historieta Lagrimas, Risas y amor era la publicación más vendida en México, con un total de 10 millones de ejemplares semanalmente. La popularidad de la revista se mantuvo hasta finales de la década de los ochenta, cuando se vendían 4 millones de ejemplares. La complejidad de sus argumentos dramáticos y románticos tuvieron efecto en el lector mexicano, millones de personas acudían a los puestos de periódicos para saber la continuación de su novela favorita ya que, más que una simple distracción, el cómic mexicano era un estilo de vida; los lectores compraban las historietas semana a semana, siendo las publicaciones más leídas del México posrevolucionario. El siguiente apartado nos ilustra el impacto que tenían las publicaciones de Vargas Dulché: “tardábamos hasta dos años en enterarnos de todo lo que era Encrucijada, Vagabundo, Ladronzuela y El pecado de Oyuki, porque eran las famosas novelas de entrega semanal: Al empezar a contar aquellos cuentos, tan sólo dos hojitas para amarrar lectores; ya que empezaba todo a desarrollarse hasta el ejemplar completo... Pero antes de aproximarnos al final, dos hojitas de nuevo, pedacitos; así se nos iba hasta dos años en el romance de las famosas Lágrimas, Risas y Amor... ¡Qué hermoso título! Los argumentos de la Vargas Dulché siempre con picardía y mucho romance. A la hora en que la escritora del pueblo le cedía el estelar al caprichoso destino... ¡Sufríamos!”. Posteriormente muchas de sus novelas fueron adaptadas a la televisión por la compañía Televisa, aunque muchas de estas eran tergiversadas o no se apegaban al argumento original publicado en Lagrimas risas y amor. Yolanda Vargas Dulché murió el 8 de agosto de 1999 en la ciudad de México, a lo largo de su vida publicó más de 60 historias de su autoría.


EL CÓMIC MEXICANO POSREVOLUCIONARIO


Para empezar, cabe señalar lo que representa la definición de historieta o cómic. La Real Academia de la Lengua define cómic como “serie o secuencia de viñetas con desarrollo narrativo”. Esta fútil definición sólo explica de manera descriptiva el significado de la palabra, sin embargo no nos dice los propósitos que persigue el cómic con su secuencia de dibujos y viñetas; por otra parte, la investigadora Annie Baron-Carvais define la historieta como: “Una sucesión de dibujos yuxtapuestos destinados a transmitir un relato, su propósito no es sólo divertir al lector, si no en ocasiones transmite por medio de la expresión gráfica, lo que no siempre logra la expresión escrita”. La anterior definición más completa nos menciona una de las características fundamentales de la historieta mexicana, la cual es el transmitir un mensaje al lector, la historieta mexicana lleva implícita en sus páginas esta función en todo el México posrevolucionario; no obstante, antes de que existiera un cómic propiamente dicho, la tradición de usar la expresión gráfica como medio de comunicación viene de tiempo atrás, las novelas de folletín que surgieron a lo largo del siglo XIX solían traer ilustraciones de algunos capítulos, posteriormente la tradición de los dibujos continuó hasta el porfiriato y la Revolución. Las primeras historietas propiamente dichas aparecen en los suplementos dominicales de los diarios mexicanos, ejemplo de esto son las tiras cómicas de Adelaido el conquistador y El señor pestaña, sin embargo la primera historieta no publicada en diarios fue El águila blanca la cual surgiría hasta el año de 1936. También ese mismo año surgen las revistas que predominarían en la década siguiente: Pepín y Chamaco, ambas publicaciones semanales donde diversos historietistas publicaban sus argumentos. Muy pronto la historieta mexicana vio un momento de apogeo por ser la publicación más vendida en el país, debido a que “eran una de las formas de entretenimiento más baratas para ese número creciente y relativamente próspero de trabajadores y sus hijos”. Recordemos que con las políticas económicas de los sexenios de Ávila Camacho y Ruiz Cortines crece el sector manufacturero, esto a su vez propicia un desarrollo acelerado de la clase obrera mexicana, el cual favorece el crecimiento de la historieta, ya que el comic no se trataba de sólo una diversión para los niños: su público lector no es joven ni masculino, la historieta suele ubicarse en un mundo totalmente familiar más que en un universo alterno, y es un medio sin superhéroes, no se les vende en tiendas especializadas, sino en puestos de periódicos, comparten el espacio (y los lectores), así como todo un conjunto de expectativas y críticas de los consumidores con publicaciones similares, que incluyen fotonovelas, periódicos deportivos, revistas femeninas. Como se puede ver en el apartado anterior, la historieta era adquirida por las clases populares mexicanas, lo cual hizo que el mercado de las historietas creciera ampliamente en México; a mediados de los años 40, la competencia más fuerte en la historieta se daba en los semanarios Pepín y Chamaco. Era tal la ganancia que dejaba la historieta que el estado crea en 1939 la empresa PIPSA (Productora e Importadora de Papel, S.A.), encargada de distribuir papel a bajo precio a las publicaciones periódicas mexicanas. Otro factor que contribuyó al desarrollo de la historieta mexicana fue el bajo costo de las publicaciones; otros medios de comunicación y entretenimiento como el radio o la televisión tenían un precio elevado para la década de los cincuenta, inclusive José Agustín relata que en 1952 había solamente 2500 receptores que transmitían sólo 3 horas y media de programación al día, además “quien tenía receptor solía tener muchas visitas de todos aquellos que querían constatar el milagroso merito de cine y radio en la misma casa”. Otro efecto que tuvo la lectura de la historia sobre la población mexicana fue el fomento del hábito de la lectura en la población mexicana; cuando hablamos de alfabetismo se hace alusión a los programas implementados por los gobiernos del “desarrollo estabilizador”, sin embargo a principios de 1930 el promedio de alfabetismo en México era de 33%, en 1950 sube a 56% y en 1970 a 76%; estos años el cómic mexicano fue vendido ampliamente, lo cual nos dice que la lectura de estas publicaciones ayudó a elevar los niveles de alfabetización. Podemos notar que la historieta mexicana en los gobiernos posrevolucionarios se desarrolló ampliamente, sin embargo más que una simple forma de entretenimiento, la historieta mexicana nos acerca al pasado de los primeros gobiernos priístas, ya sea de manera implícita o explícita, a través de sus páginas y conocer de una mejor forma la vida de las clases populares, y una de las revistas que nos permite eso es precisamente Memín Pinguín.


ANÁLISIS DE MEMÍN PINGUÍN


Hemos visto los procesos sociales e industriales que tuvo México en los sexenios del llamado “desarrollo estabilizador”, ahora pasaremos a analizar como el cómic nos permite adentrarnos a la realidad posrevolucionari ya que -según Rubenstein- “la historia de los cómics, sus lectores, sus productos, sus críticos y su relación con el estado mexicano nos brinda una excelente ventana para observar estos procesos culturales”. Memín Pinguín es una historieta creada por Yolanda Vargas Dulché, publicada por vez primera en el año de 1945 en el semanario Pepín, sin embargo fue reeditada en 1952, 1961, 1988 y 2006. La historia relata las aventuras del estudiante de primaria Guillermo Pinguín (Memín) y sus amigos Carlos Arozamena (Carlangas) Ernesto Vargas (Ernestillo) y Ricardo Arcaraz; a lo largo de la revista los cuatro amigos vivirán situaciones donde se notan aspectos relativos a la vida del México posrevolucionario. También destaca la fuerte carga ideológico-moral que tiene la revista, comúnmente sobresalen los valores de amistad y familiares. Es impresionante la cantidad de datos y anécdotas que nos refiere un cómic relativos a los procesos culturales de un país, aspectos como la desigualdad social, la migración, el trabajo infantil, la situación de la mujer mexicana, familias disfuncionales y hasta un acercamiento a la cultura norteamericana de los años cincuenta, por ende su valor histórico es incuestionable, no obstante que el historiador debe complementar esta fuente con otras, para así lograr un mejor análisis histórico.


DESIGUALDAD SOCIAL EN MEMÍN


Uno de los temas más recurrentes en Memín Pinguín es la desigualdad social existente en las ciudades, cabe señalar que desde el inicio Vargas Dulché hace alusión a la diferencia de clases que hay en México. La autora inicia su historia con la frase “en una escuela de gobierno inicia nuestra historia, donde tanto el niño pobre como el niño rico van a engrandecer su corazón y su cerebro con el anhelo de aprender”, en la anterior frase Dulché hace énfasis en que en su historia convergerá toda la sociedad mexicana. Otro aspecto donde notamos las condiciones sociales de las clases bajas es en la vida de los protagonistas: dos de los amigos de Memín (Carlangas y Ernestillo) son pobres al igual que él, el padre de Ernestillo (el miembro más pobre de los amigos de Memín) trabaja como carpintero, consiguiendo lo necesario para subsistir; la madre de Carlos tiene muchos empleos a lo largo de su vida, de los cuales destacan lavandera, costurera, incluso en los primeros números trabajó como bailarina en un cabaret de la ciudad de México, para procurar la manutención de su hijo. Esta estructura de la sociedad nos la relata también José Iturriaga en su obra: “Como es natural el desarrollo industrial que México ha logrado tiene una resonancia inevitable en la estructura de la sociedad en su conjunto, de tal suerte que el lado de cambio efectuado en la composición y relación de las clases sociales se lleva a cabo una constante multiplicación de uno de los segmentos de la clase popular urbana: los obreros industriales; por otra parte el engrosamiento de nuestras ciudades ha multiplicado el sector no asalariado de las clases populares, artesanos pobres comerciantes pequeños o de puestos semifijos”. Esta distribución inequitativa de la riqueza y desigualdad en la estructura social también queda de manifiesto en las reflexiones de algunos personajes de la historieta, en el número 21 el ingeniero Arozamena (padre de Carlos) reflexiona lo siguiente: “Pensar que viven tantos pobres en el mundo, niños sin lo más indispensable para subsistir, cuántas amarguras pasaría mi hijo y yo miembro de una familia rica sin saber en qué emplear tanto dinero”. Vargas Dulché también hace un acercamiento a la clase alta mexicana, sin embargo en esos acercamientos la autora nos muestra a las personas acaudaladas como gente déspota, la cual desprecia a los sectores populares: en el primer número Ricardo se muestra arrogante con sus compañeros de escuela de gobierno diciendo “soy el hijo del diplomático Rogelio Arcaraz, todos deben conocerme”; o cuando la señora Jiménez, gente de clase media alta, va a la casa de Isabel Martínez (madre de Carlos) le dice “personas como yo la honran entrando a su cuchitril” . Este panorama de desprecio a la clase popular nos lo relata José Agustín: “Al racismo y al machismo hay que añadir el clasismo, igualmente incrementado por el vuelco capitalista del país que en esos momentos alcanzaba a llegar a las delicias del capital monopolista. La sociedad marcaba con claridad las distancias entre los que no eran iguales, del jodido se esperaba humillación constante, docilidad y de ser posible adulación, mientras más arriba en la escala social, más natural y lógica resultaba la arrogancia, nepotismo y desprecio hacia los de abajo”. La clase política mexicana no escapa a las críticas de la autora, en el numero 24 de la historieta, Memín y Ricardo encuentran a un grupo de políticos platicando, sin embargo la conversación sólo alude a la movilidad dentro del sistema político mexicano (“te aseguro que si entra de gobernador nos dará un hueso”, dice uno de ellos), ya que se vivía en la época del llamado presidencialismo, donde el gobernante tenía facultades meta constitucionales, y usualmente se gobernaba a familiares o amigos en puestos públicos.


VIDA COTIDIANA EN MEMÍN


La vida cotidiana es uno de los temas recurrentes de la revista de Vargas Dulché, comúnmente nos presenta la diversión de las clases populares (especialmente la niñez mexicana); en los primeros números se muestra a los protagonistas jugando en el recreo beisbol, esto debido a que el beisbol era, hasta mediados de 1940, el deporte más popular en México; en números posteriores los estudiantes participan en un torneo de futbol, lo cual nos muestra cómo ese deporte fue ganado popularidad en los años cincuenta. A pesar de ser una historieta dedicada al público infantil, también Memín nos ofrece un acercamiento a la vida nocturna, recordemos que Isabel trabajaba en un cabaret. Los cabarets se popularizaron en la década de 1930 y crecieron en años posteriores, debido al aumento poblacional en México, ya que representaban un espacio de entretenimiento para las clases subalternas: la proliferación de los cabarets en la ciudad de México, sobre todo los de segunda clase o “barriada”, es un indicador del importante crecimiento demográfico experimentado por la ciudad, su expansión física, el crecimiento económico y la concentración industrial es también la muestra de la necesidad de espacios para los diversos grupos y clases sociales, dónde realizar sus prácticas culturales, sociales, habituales o recién adquiridas con la vida nocturna. De la misma manera, la autora le dedica algunas páginas al ocio de las clases altas, en el número 79 notamos como la señora Mercedes (madre de Ricardo) se divierte jugando canasta con sus amigas, o el señor Arozamena practicando la equitación. Lo cual nos muestra la enorme distancia que existía en la cotidianeidad de las clases bajas y la incipiente burguesía mexicana.


VALORES EN MEMÍN


El cómic lleva implícita una enorme carga ideológica moral, que es resultado de la intencionalidad de la autora al relatar lo que ella consideraba los valores ideales que debería tener la sociedad, primeramente, sobresale la amistad en diversos números, ejemplo de ello es en el número 128, cuando Memín es discriminado por su color de piel en una nevería en Estados Unidos, sus amigos rompen los artefactos del establecimiento en señal de protesta, o cuando el padre de Ernestillo padece de alcoholismo, sus amigos se solidarizan, apoyándolo en todo momento. Otro valor que ocupa muchas páginas en la revista es la unión familiar: a Memín Carlos y Ernestillo, a pesar de ser pobres los caracteriza la unión familiar y un amor desmedido hacia sus tutores; por el contrario Ricardo, a pesar de tener todas las comodidades posibles, vive en una familia disfuncional, ya que su padre permanece todo el día en el trabajo y su madre frecuenta mucho a su amigas, incluso Ricardo realza el valor de ser pobre diciendo “se me figura que hay más unión en la familia pobre”. Carlos Monsiváis resalta el valor de Memín Pinguín: “Anclado desde su inicio en la observación de la pobreza o la riqueza que destruyen las familias y obligan a las madres solteras a lavar a diario montones de ropa para darles educación a sus hijos. La familia es una entidad ‘biodegradable’, algo que subrayan los diálogos tristes o lamentables. De allí la importancia de la madre de Memín, una criatura del trópico que le reza a la Virgen en algo cercano al cubañol, y sufre tanto que merecía como el premio un torrente de lágrimas”. La pretensión de superación personal también prevalece en la historieta, prueba de ello es Ernestillo quien, a pesar de su pobreza excesiva, es el alumno más aventajado de primaria “Benito Juárez” y logra superar todas las adversidades que se le presentan, por muy trágicas que éstas sean (ejemplo de esto es cuando ayuda a su padre a dejar el alcohol, o cuando hace hasta lo imposible para conseguir una operación para su padre). Queda aquí implícito el ideal que debe tener la sociedad mexicana, para la autora el mexicano debe ser un hombre que desde los orígenes humildes sobresalga, con base en el estudio y el arduo trabajo.


CONCLUSIÓN


La historieta Memín Pinguín nos permite adentrarnos en las características políticas, culturales y sociales de los gobiernos posrevolucionarios, ya que en sus páginas notamos acontecimientos alusivos a la estructura económica y social de los gobiernos del “desarrollo estabilizador”, como el crecimiento de la clase obrera, la situación de la mujer mexicana y el desprecio a las clases populares. Constantemente vemos que la temática social predomina en las páginas de la revista, mostrando el desprecio a la clase baja y la cotidianeidad de la vida posrevolucionaria. De la misma manera el cómic lleva una fuerte carga moral, producto de la intencionalidad de la autora, donde nos presenta los valores ideales de la sociedad mexicana. No sólo en Memín, sino en todo el cómic posrevolucionario, hay constantes alusiones a la vida económica y al nacionalismo Mexicano. Podemos Concluir que Memín Pinguín y el cómic durante el “desarrollo estabilizador”, además de ser fuente histórica para conocer el México posrevolucionario, nos permite comprender otros procesos históricos relativos a la comunicación, educación y la alfabetización del país, ya que -según Darnton- “el dónde de la lectura es más importante de lo que parece, pues la experiencia del lector en su escenario puede darnos indicios de la naturaleza de su experiencia”.


 


BIBLIOGRAFÍA


Aguilar Camín, Héctor y Lorenzo Meyer. A la sombra de la revolución mexicana. 29ª ed. México: Cal y Arena 2001, 318 p.


Aurrecoechea, Juan Manuel y Armando Bartra. Puros cuentos 2, la historia de la historieta en México 1934-1950. México: Conaculta, 1993, 465 p.


Baron-Carvais, Annie. La historieta. México: Fondo de Cultura Económica, 1989, 181 p.


Blanco, José Joaquín y José Woldenberg (comps.). México a fines de siglo, t. I. México: Fondo de Cultura Económica, 1996.


Burke, Peter (comp.). Formas de hacer historia. Madrid: Alianza Editorial, 2003, 351 p.


Chesneaux, Jean. ¿Hacemos tabla rasa del pasado? México: Siglo XXI Editores, 1979, 279 p.


El Colegio de México. Dinámica de la Población de México. México: Colmex 1981, 299 p.


Davies, Diane. El leviatán urbano la ciudad de México en el siglo XX. México: Fondo de Cultura Económica, 1999, 530 p.


Garza, Gustavo. La urbanización en México en el siglo XX. México: Colmex, 2005, 201 p.


Iturriaga, José. La estructura social y cultural de México. 2ª ed. México: Fondo de Cultura Económica, 1994, 254 p.


Ramírez Hernández, José Agustín. Tragicomedia mexicana; la vida en México de 1940-1970. 12ª reimpr. México, 2004, 274 p.


Rubenstein, Anne. Del “Pepín” a “Los Agachados”. Cómics y censura en el México posrevolucionario. México: Fondo de Cultura Económica, 2004, 307 p. (Colección Popular, 648).


 


HEMEROGRAFÍA


Bernal Tavares, Luis, “El proyecto Alamán-Lombardo, la modernización equívoca de la posguerra”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, vol. 18, núm. 18, 2008, p. 171-199.


Chávez Presa, María Flor y Heliana Montserrat Huerta, “Tres modelos de política económica en México durante los últimos sesenta años”, en Análisis Económico, México, UAM Azcapotzalco, vol. XVIII, núm. 37, 2003, p. 55-80.


Hernández Ramírez, María Elena, “El consumo de historietas sentimentales”, en Comunicación y Sociedad, México, Universidad de Guadalajara, núm. 6, 1989, p. 19-51.


Vargas Dulché, Yolanda. Memín Pinguín (Edición homenaje), años I-IV (2006-2009).


 


TESIS


Medina Caracheo, Carlos, “El club de media noche Waikiki, un cabaret de época en la ciudad de México”. México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 2010, 107 p. (Tesis para obtener el grado de maestro en historia).


Velasco González, Guadalupe, “Apuntes para la historia de la televisión en México”. México, UAM Iztapalapa, 2000, 97 p.

Arriba